Buenaventura de Aoiz, P.

La misma Diputación escribió a Felipe IV en 1655 para pedir su intervención regia y el apoyo del embajador: Esta causa es tan del servicio de Dios que auemos querido rrecurrir con ella a los pies de V. M.  Felipe IV pasó estas cartas al consejo de estado para su estudio y éstos resumieron las mismas y elevaron su parecer al monarca: Visto lo que antecede, se escriba al embajador asista a los capuchinos navarros para conseguir lo que se pide….

El P. Buenaventura trabajó sin descanso en la consecución de la Custodia navarra, llegando a viajar a Roma, con tal fin en 1656. Y, a fuerza de paciencia y mucha energía, llevó a buen término lo que tres Generales de la Orden habían juzgado por cosa imposible de realizar.

A raíz del capítulo general de 1656, que votó la erección de la nueva Custodia, el ministro general P. Simpliciano de Milán acordó: Item, que en dicha Custodia haya un Comisario General, nombrado por nuestro Rmo. P. General, quien al presente nombra por tal al Padre fray Buenaventura de Aoiz. El nombramiento de fecha 15 de julio de 1656, no llegó a Pamplona hasta el 21 de noviembre de dicho año.

La patente contenía estos datos:
a) el cargo duraría ad trienium, durante tres años,
b) le facultaba para convocar capítulo custodial y elegir dos Padres con los quales a Semexanza de Definidores pueda hacer la prouission y diputaciÛón  de los Guardianes para los dichos seis conventos,
c) le conminaban a no innovar nada en la Custodia hasta nueva orden, una vez que se hubiera consultado el asunto con el Papa para proceder con las debidas cautelas.

Después de recibir el nombramiento, el P. Buenaventura gobernó la Custodia apoyado en una congregación de guardianes de los conventos.

También estuvo en contacto directo y permanente con el ministro general. Respaldado por éste, el P. Buenaventura convocó y celebró el primer capítulo custodial en Pamplona el 6 de julio de 1657. Abrió casas de estudio y estuvo en contacto con varios pueblos para nuevas fundaciones.

Durante los últimos años de su vida, no gozó de mucha salud, encontrándose a mediados de 1657 muy desmejorado; pero ello no le impidió continuar con las innumerables actividades que le requerían su cargo de A. Comisario General.

En septiembre del referido año, a los dos meses de haberse celebrado el capítulo en la Custodia de Navarra, enfermó el P. Buenaventura, encontrándose en dicha fecha en el convento que tenían los capuchinos en Pamplona. La enfermedad le vino a causa de unas Cuartanas dobles, tan fuertes y molestas que, sin aprovechar cuantos remedios conocía la medicina, se le agravaron y en este estado continuó hasta el día 12 de noviembre de ese año, en que murió a la edad de 56 años, en el convento de Pamplona.

La muerte de este insigne varón causó un profundo sentimiento en todos los habitantes del Reino. Toda la Ciudad de Pamplona concurrió a su entierro, llevando el féretro en que iba su cuerpo cuatro Señores diputados del Reino, señalados para este efecto de la misma Diputación . Esto prueba el gran cariño que todos le tenían. Cuando fray Simpliciano de Milán, Padre General de su Orden, conoció la noticia de la muerte del P. Buenaventura de Aoiz, envió al Padre Comisario fray Gregorio de Corella, la siguiente carta:

Con mucho sentimiento mío recibo la nueva de la muerte del Padre Comisario, porque en esta ocasión la Religión ba perdido un sujeto de muchos méritos, y esa Custodia un Padre digno de todo amor, del cual Se podía prometer todo adelanto en la perfección religiosa. El Señor, que todo lo gobierna con suma providencia, lo ba querido llevar para sí, por lo cual es necesario que nosotros también nos conformemos con su Santa ‘voluntad, Consolandonos con la esperanza de que habra ido a gozar el premio de sus
obras virtuosas.